José Luis Patiño: “No se puede ni se debe vivir con miedo”.

Hábleme de su personaje.

Simplificando mucho las cosas, en esta lucha del bien contra el mal que muestra la función, Van Helsing sería la encarnación de “lo bueno” en la historia de esta familia donde el mal se instala. Le llama el prometido que ha muerto, la casa es presa de la desolación y su propia hermana también sufre la enfermedad de la mujer muerta misteriosamente. Mi personaje primero pasa por una fase de investigación sobre lo que está sucediendo y cuando se da cuenta del ataque vampírico actúa contra él.

Esta versión tiene una carga mística muy poderosa…

Sí. Hay una parte muy religiosa… Sólo hay que pensar que una de las armas con las que se lucha contra el vampiro es con la cruz y con la sagrada forma. Para arrancar el mal que se ha apoderado de esa casa es necesario una persona de fe y ese es Van Helsing. Es una especie de exorcista, la fe es su mejor arma.

También encontramos muchas referencias a los inicios de la psiquiatría.

Lo que se está jugando, tanto en la estética como en las referencias a la época, es a justamente esa primera generación de hombres que, como Van Helsing, abordan la posibilidad de hacer terapia con el alma. Son los primeros coletazos de la psicología. Hay un juego interno en el espectáculo muy interesante en relación a esa posesión y ese vampirismo que establece estrechas relaciones con la neurosis.

Una frase que pudiera resumir esta función…

“No se puede ni se debe vivir con miedo”. El mundo está instalado en el miedo, es la mejor forma que tiene el poder de controlarnos. Hay que librarse de los temores personales para poder vivir en libertad.

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